La presente investigación, que pone ya su fin, tiene como objetivo principal conocer el nivel de satisfacción del alumnado en el Grado de Periodismo de la Universidad de Valladolid. Partiendo de este punto, son numerosos los elementos que pueden influir en el grado de satisfacción de los estudiantes durante su trayectoria universitaria y, más concretamente, a su paso por las diferentes clases a las que deben asistir durante los cuatro cursos del grado
LA POLITIZACIÓN EN LAS AULAS
El aula es el espacio donde se imparten los contenidos de cada materia y es allí donde deben generarse relaciones sociales, ambientes de trabajo y diálogos intelectuales beneficiosos para el alumno. En ese marco interaccionan dos roles diferentes y complementarios: el de estudiante o alumno que ejerce de participante en el proceso de adquisición de conocimientos, y el de docente, responsable de guiar, facilitar y mediar en el proceso de aprendizaje. En función de cómo se desarrolla la clase y de cómo ejercen sus funciones tanto profesores como estudiantes, el aula adquiere un clima particular, favorable o no, para la generación de satisfacción al alumno.
La interacción entre alumno y profesor debe ser de calidad. El ambiente debe ser el adecuado para que el estudiante no se sienta cohibido y pueda expresarse libremente. Cada persona sostiene su punto de vista, con una historia propia y un perfil ideológico que, independientemente de que resulte más o menos intenso, condiciona la forma de ser del individuo. Por esta razón, un factor que puede reducir la satisfacción del alumno con el grado que cursa es una posible sensación de falta de libertad a la hora de expresar su opinión. Si el alumno percibe la existencia de una tendencia ideológica muy marcada por parte del docente, sentirá presión a la hora de opinar y perderá el gusto por la asignatura.
Por ello, en la encuesta realizada en este estudio a los alumnos de los cuatro cursos de periodismo de la Universidad de Valladolid, se han incluido dos preguntas enfocadas a la “ideología en el aula”. La primera cuestiona la posible existencia de una línea ideológica común entre el profesorado; el 33% de los encuestados respondieron que sí, existe. La segundapregunta hace referencia al sentimiento de imposición de algún pensamiento o tendencia ideológica por parte de algún docente en el aula, y el 45% respondió de forma positiva.
La existencia de una línea ideológica común entre el profesorado no es necesariamente negativa, siempre que se respete la libertad del alumno para manifestar su opinión y el docente mantenga la profesionalidad que exige su labor universitaria.
Corresponde a cada individuo calificar de correcto o incorrecto el hecho de que el docente manifieste con intensidad su ideología, o que simplemente la deje de lado. En este aspecto, hay una gran diferencia entre dar una opinión e imponer una idea. Cuando un profesor comparte su opinión y establece o propone un debate al alumnado, puede resultar positivo. Por el contrario, cuando el docente toma su ideología como referencia y estima las demás como no válidas, genera un clima desagradable que afecta directamente a la calidad educativa en el aula.
Por otro lado, es inapropiada y refleja una notable ausencia de profesionalidad, la posible existencia de una imposición ideológica en la Universidad. En relación a esto, la investigación realizada defiende que “La Universidad no debe ser un espacio de adoctrinamiento político; por el contrario, debe ser un foro de pensamiento crítico y de reflexión”.
Las declaraciones recogidas por parte de profesores y alumnos han aportado distintas perspectivas para reflexionar sobre la posible existencia de una corriente ideológica común tanto en la Universidad de Valladolid como en la Universidad Pública Española. Sin embargo, hay un testimonio en particular que ha dado sentido a la segunda cuestión planteada en las encuestas; la imposición ideológica en el aula. La ex-profesora, Carmen Haro Barba, lanzaba la siguiente pregunta en su entrevista: “¿Cómo se puede adoctrinar o imponer ideas a gente de cuarto de carrera?”, y esta investigación formula una respuesta.
La RAE define adoctrinar como “inculcar a alguien determinadas ideas o creencias”. El presente estudio considera que la imposición ideológica se produce en el aula cuando los asuntos ideológicos se funden en el contenido de una asignatura, y cuando el docente toma la ideología como un criterio para evaluar al alumnado. En este sentido, la profesora María Díez Garrido comentó que “siempre y cuando no se imponga en el contenido, no tiene por qué ser malo que exista una tendencia ideológica, ya que el periodismo tiene mucho que ver con la política”.
El periodista Roberto Lagartos, ex alumno de la Universidad de Valladolid, aseguró que “hay un peso muy fuerte de una ideología de izquierdas en toda la Universidad Española, pero no lo considero algo malo”. No obstante, también manifestó que “le cabrea que los temas ideológicos se mezclen en el contenido de las asignaturas”, algo que dijo haber vivido durante su etapa universitaria.
Por tanto, se produce una contradicción en sus palabras que advierte la dificultad o imposibilidad del docente de sostener una ideología de carácter fuerte y ser capaz de no intoxicar el contenido de la materia.
Natalia Izquierdo o Germán Prieto, también ex alumnos del Grado de Periodismo, negaron la existencia de una tendencia ideológica generalizada, aunque matizaron esta afirmación al corroborar que “todas las asignaturas tienen carga ideológica porque todos los profesores tienen ideología”
Entre otras declaraciones, el ex-profesor Ignacio Miranda dijo que “cuando hay un bombardeo constante al alumno con determinadas ideas es difícil mantener la pluralidad”, y María Díez, docente como investigadora pre doctoral, afirmó que “El Grado de Periodismo es progresista porque la gente intenta cambiar el mundo, y la mayor parte lo hace posicionándose de esa forma”.
Como respuesta del presente estudio a la posible politización del Grado de Periodismo de la Universidad de Valladolid, se considera que existe una ideología común de carácter izquierdista, también en la Universidad Pública Española. Esta afirmación no exime la existencia de otras ideologías políticas en el aula y la expresión de las mismas de forma libre. Resulta complicado generalizar en este sentido y afirmar que no existe una pluralidad ideológica.
Cabe resaltar la libertad del docente para expresar su opinión o ideología política en el aula, siempre que prevalezca la profesionalidad exigida por su labor universitaria y evite la contaminación de la materia a impartir.
Por último, no es posible afirmar la existencia de una imposición ideológica de carácter generalizado en el aula. Se producen casos en los que ideología y contenido se entrelazan, y existen docentes que se han visto influidos por factores ideológicos a la hora de evaluar al alumno, pero no son situaciones aparentemente comunes. Por tanto, no existe un adoctrinamiento general en el Grado de Periodismo de la Universidad de Valladolid.
LA FIGURA DEL PROFESOR ASOCIADO
Esta investigación ha examinado la figura del “profesor asociado” como posible causa de la baja calidad del Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid. Actualmente casi la mitad de la plantilla docente son asociados, es decir, “profesionales en ejercicio de su especialidad y cuya labor es mostrar a los estudiantes la realidad de la profesión para la cual se están formando”. Sin embargo, el desarrollo de la investigación demuestra que esta definición estándar de “profesor asociado” se aleja de la realidad actual.
Las entrevistas llevadas a cabo han destapado un descontento general en este sentido, en especial entre el propio profesorado. María Díez Garrido, docente e investigadora pre doctoral, aseguró que “no es normal que la mitad de la plantilla sean asociados”. Del mismo modo, Carmen Haro Barba, profesora en la Universidad de Valladolid durante cinco años, se mostró contundente a este respecto: “El sistema es un desastre y el problema ha existido siempre. Durante los años de crisis se reformuló la Universidad Española y aumentaron los contratos de asociados, con sueldos bajos”.
El ministro de Universidades, Manuel Castells, también se pronunció este mismo año acerca de la situación actual en las Universidades Españolas, y señaló que “el propio Ministerio cuenta con escasas competencias, pero se ha propuesto terminar con la precariedad de las plantillas universitarias, muy envejecidas y renovadas con figuras precarias: falsos asociados o investigadores interinos con malos contratos” según informa el diario El País.
En teoría, el perfil de docente asociado cumpliría los siguientes requisitos: el profesional no depende económicamente de su actividad en el aula, desarrolla regularmente su actividad laboral fuera de la universidad, se trata de un especialista de reconocida competencia en el área sobre la que imparte clase y su experiencia laboral es la base de su labor docente.
Sin embargo, las declaraciones recogidas no demuestran confianza en este sentido. “Tengo serias dudas de que el profesorado en régimen de asociado de la Universidad de Valladolid mantenga una actividad laboral principal fuera del aula” declaró Ignacio Miranda, docente de la universidad. Además, la profesora María Monjas, actualmente contratada como ayudante doctor y con más de seis años de experiencia en el aula, declaró que “El sistema actual es nefasto y cuenta con múltiples casos de asociados que se ven obligados a pagar su cuota de autónomos, que supera los 200 euros mensuales, con un sueldo de 600 euros.”
Al mismo tiempo, todos los entrevistados coinciden en que la figura de profesor asociado es necesaria. “Hay asignaturas que deben limitarse a profesores con unas características profesionales concretas, por el bien de los alumnos”, declaró Cristina San José, profesora asociada en la UVa.
A modo de conclusión, y tras recopilar declaraciones e información documental variada, es posible asegurar que el análisis realizado revela una deformación o distorsión de la figura del profesor asociado en la actualidad, y un abuso evidente de este tipo de contrato con motivos exclusivamente económicos. El profesional que imparte clase de manera accesoria ha desaparecido, o escasea. En su lugar, aparece un perfil docente que carece de un currículo destacable y cuyo objetivo es acceder al sistema universitario y acomodarse en él. Así mismo, el método de selección de profesorado vigente en la Universidad pública española permite, favorece y encuentra beneficio en la contratación de dichos perfiles.
Cabe destacar que el alumnado desconoce, en su mayoría, la experiencia o recorrido laboral del profesorado, e ignora el tipo de contrato y condiciones que mantienen los docentes.
LA CALIDAD DEL GRADO DE PERIODISMO
Este proyecto de investigación también destapó, a través de la encuesta realizada, que casi la mitad de los alumnos encuestados del Grado de Periodismo asegura que tanto el profesorado como el propio grado en sí, no tiene la calidad o profesionalidad deseable. Una de las cuestiones más relevantes ha sido conocer el por qué de este dato.
En primer lugar, se plantea el significado de “calidad”. Se pondera la calidad de un grado por la capacidad que tengan, adquieran o puedan alcanzar sus alumnos para realizar la acción principal de dicho grado, en este caso comunicar. Al mismo tiempo, se tendrá en cuenta la actualidad informativa y mantener un pensamiento crítico.
Para ello, es necesario un grupo docente capaz de impartir y enseñar, de la manera más óptima, estos conocimientos. A su vez, también será importante en un futuro, la capacidad del alumno para enfrentarse al mundo laboral.
A través de las entrevistas realizadas a profesores, alumnos y ex alumnos, surgen varias opiniones. María Monjas, profesora actual en el Grado de Periodismo, señaló “la gran precariedad laboral que genera el sistema” como posible causa de una presunta baja calidad. Del mismo modo, el alumno en último curso, Diego Sobrecueva, destacó “la gran carga de trabajo que pueden llegar a tener los profesores al impartir tantas asignaturas”, sin olvidar a los profesores asociados, quienes según el estudiante, “tienen otro trabajo fuera del ámbito educativo como consecuencia de la poca inversión en más profesorado dentro del grado de Periodismo”.
Un estudio sobre “La Contribución socioeconómica de la Universidad de Valladolid” realizado en 2017, constata que “la UVa se ha visto afectada, en mayor medida que el promedio de las universidades públicas presenciales, por las medidas de contención del gasto, que han provocado una caída mayor en las plantillas de profesorado tanto a nivel nacional como autonómico. Este hecho ha afectado especialmente al PAS, lo que conlleva que la UVa tenga el menor ratio de PAS (Personal de Administración y Servicios)/PDI (Personal Docente e Investigador) de las universidades de su entorno geográfico, un ratio claramente inferior al promedio castellanoleonés y nacional”.
La contención del gasto también es una idea mencionada por Roberto Lagartos y Germán Prieto, ambos ex alumnos del grado. La escasa inversión da lugar a la falta de medios. Los alumnos realizan sus prácticas de Periodismo en Televisión en un espacio alquilado, y como dice Germán Prieto “con un plató de tecnología de los Picapiedra”, que imposibilita una formación actualizada también en el ámbito tecnológico y acorde al perfil de “periodista polivalente” que demanda el mundo laboral.
Esto deriva en otra idea; la poca preparación del alumno al finalizar sus estudios profesionales, algo que también comentaron ambos ex alumnos. Los dos coinciden en que “se vieron necesitados de más contenido práctico y menos teórico”, cuestión que supuestamente, el Plan Bolonia debía haber resuelto.
El grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid nace en el año 2010, coincidiendo con la implantación del Plan Bolonia en España en su totalidad, por lo que debería contar con más facilidades al no enfrentarse al cambio de un sistema a otro. Pero como opina Prieto, “el Plan Bolonia no se ha adaptado bien en España”, hay directrices fijas a nivel nacional, pero es la propia Universidad la que plantea su oferta personal.
¿Qué ocurre con todo esto?
Finalmente, la investigación sostiene una conclusión que da respuesta a la pregunta inicialmente planteada: “¿Sabes quién te da clase?”, la respuesta es sí.
La actual plantilla docente del Grado de Periodismo de la Universidad de Valladolid es víctima de un sistema mal desarrollado, y al mismo tiempo, cómplice del mismo. El sistema vigente de selección de profesorado no evalúa la profesionalidad del docente, se basa en un concurso discutible de méritos académicos fácilmente demostrables, que dan lugar a un grupo docente con contratos precarios, lo que provoca una institución universitaria poco profesional y con calidad decreciente.
Por otro lado, el profesorado colabora, en gran medida, con el sistema actual universitario. Impartir clase en un aula universitaria es un trabajo de fácil acceso y resulta cómodo a nivel laboral y económico. Más allá de las quejas sobre el salario insuficiente o los contratos precarios por parte del profesorado, se encuentra un grupo docente que se beneficia de una institución que ya no exige un perfil profesional verdadero, y se conforma con cubrir las necesidades del calendario.
La falta de profesionalidad tiene también origen en un proceso de selección endogámico, en el que los contactos personales y la ideología tienen tanta importancia o más que los criterios de selección profesionales.
Este proyecto concluye que son varias las causas que explican la calidad insuficiente o mejorable en el grado de Periodismo de la Universidad de Valladolid: la escasa inversión en material didáctico, un exceso de materias teóricas y una falta de profesionalidad en el profesorado, alimentada por la precariedad laboral y la utilización inadecuada de la figura del profesor asociado.
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